Descripción:
En el siglo XXI se ha generalizado la convicción de que es necesario mejorar la calidad de la educación, y que ese derecho debe llegar a todos y todas sin exclusiones, apostando por instituciones inclusivas y ecológicas. Es evidente que, cuando la inclusión se realiza de forma adecuada y con los requisitos necesarios, tiene una influencia global en la calidad de la institución educativa y, en consecuencia, en la sociedad en la que se ejecuta. Sin embargo, resulta preciso considerar que la práctica de una escuela transformadora e inclusiva encuentra fuertes barreras que la convierten, en muchos casos, en inviable. Por ello, resulta imprescindible que se disponga de políticos, legisladores, educadores e intelectuales solidarios, competentes y éticos. Es fundamental que se establezcan canales de comunicación adecuados para que, a través de una comunicación horizontal y crítica, se eliminen las jerarquías superfluas de los sistemas educativos y sociales.
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