La sociedad sigue percibiendo la discapacidad en clave de dolor, sufrimiento y limitación. Con esta actitud y comportamientos llegamos al extremo de limitar incluso la participación de las personas con discapacidad en estadios tan humanos como el humor y la risa. Dos elementos fundamentales para relativizar la realidad, abrir la mente de las personas o potenciar la originalidad. En definitiva, humor bien utilizado para eliminar prejuicios y canalizar emociones. Quizá el humor pueda ser esa prueba del algodón de que las personas con discapacidad están realmente inmersas en un proceso de inclusión real.